maestría, su legado
Notas de la despedida rarámuri a un ser de luz, "de inteligencia y corazón", de sabiduría, Augusto Urtega.
¿Qué poder posee el amor, sino el del perdón?
En otras palabras,
por intercesión suya
lo hecho
puede deshacerse.
¿Qué bien mayor podría haber?
Es por eso
que he invocado una flor
que
siendo frágil
tras el crudo invierno
vuelve a brotar
para nuestro deleite.
William Carlos William
Abrazo las palabras que recibí anoche de su hijo. Me transportan al olor de la leña, del incienso, de los árboles serranos, a la humedad y el sonido de la lluvia... más aún al latir de su corazón a cada paso, puedo imaginar su mirada escudriñando cada detalle, cada rostro, sus manos repasando sus muslos hasta las rodillas y su deseo por encender un cigarrillo, y le veo pleno de luz en una experiencia que lo embriaga de crecimiento, veo florecer a mi querido gran Emiliano, con un sabor nuevo en la boca, con el pecho retumbando de vida... de amor. El miércoles me vinieron a la memoria los recuerdos de algunos eventos totalmente significativos, que ahora marcan mi vida en algo tan cotidiano como la música que escucho, mi forma de explicarme algunos sucesos, mis lecturas y hasta mis reflexiones más íntimas que dan el sentido de lo entrañable, quisiera ahora decir cósmico (apologizando al amigo Villegas), de mi vínculo con esa familia. Eso no hubiese sido posible a no ser porque mi madre conoció a Margarita y a Augusto, quién fue primero y quién después es un dato que desconozco. Solo el primero que apareció en mi memoria es Emilur en una casa de Tlalpan, San Andrés, me parece... junto con esa sensasión de estar accesando a un mundo que hasta entonces me resultaba tan ajeno. Es el hijo de Augusto, anunció mi madre, y ella es Margarita su mamá... Luego me vienen recuerdos de reuniones y festejos en casa de mi madre, toda vez que Maritza Urteaga apareció para compartir nuestra casa, nuestras vidas y mejor aún nutrir mi panorama de elementos que parecían venir de muy lejos, no sólo de tierras peruanas, de donde también venía Augusto. Así el compañero de trabajo de mi madre comenzó a ser motivo de mi curiosidad. En alguna tertulia, recuerdo haber salido de mi guarida-recámara sólo para escucharlos platicar y observar detenidamente como de a poquitos aprehendía una concepción distinta de algo que despúes me enteré que es la antropología, la cultura. Mi casa se iba llenando de personajes que hablaban un lenguaje a ratos inaccesible, pero él tenía un halo que me brindaba confianza y curiosidad. Tenía inteligencia, carisma y galanura, cosa que para una adolescente de 13 años, que recién tenía acceso a las reuniones de adultos, era poco menos que un viaje a otra galaxia. Así, el hijo de la madre del padre y el sobrino de la tía que a su vez era el medio hemano y años después el amigo del amigo, resulta que se posicionó en mi alma, mi corazón y mi vida en uno de los lugares más privilegiados que es el de hermano cósmico. De no haber conocido a Augusto, nada de eso que hoy es tan especial en mi vida hubiese sido posible. Esas pues algunas (poquísimas) de las referencia que cruzan mi tiempo y mi espacio, mi experiencia de vida y mi amor. Abrazo fuerte a mi hermano Emiliano que despide a su padre con destellos de luz infinita y la certeza de la sabiduría que estimula la creatividad, la plenitud.
Abrazo fuerte a mi amiga, mi maestra, mi hermana mayor Maritza Urteaga, que despide a su hermano desde lo más profundo se su alma con tristeza y amor infinito.
La fecha del fallecimiento de una persona representa el regalo que nos otorga a quienes aún tenemos camino por recorrer. “Tantra” significa “tejer” y
Al compartir ese viaje conmigo me siento un ser muy bendecido. Sat Nam.
Comentarios